Gabriel Hernández García
En el cuento "La máscara de la muerte roja", Edgar Alan Poe cuenta que la "Muerte Roja", una "pestilencia espantosa", causaba muertes innumerables, sin que hubiera la mínima posibilidad de librarse de tan fatal peligro.Quien era infectado ya podía contarse en el mundo de los muertos.
Ante epidemia tan grave, el "Príncipe Próspero", después de haber perdido a la mitad de su población y ante el peligro de morir él mismo y sus preferidos, decidió encerrarse en un refugio que lo protegiera del mundo y del contagio.Así se ejecutó y con todas las provisiones necesarias en esa fortaleza, aislados de todo, se dedicó, él y los suyos, a todas formas de diversión, olvidándose de la "Muerte Roja", convencidos de estar protegidos contra esa muerte tan rápida, espantosa e implacable y dejando que fuera de esa "abadía" la gente se las arreglará como pudiera y se murieran los que se tuvieran que morir.
Al quinto o sexto mes de ese aislamiento, el "Príncipe Prospero" decidió dar un baile de máscaras, con fantasías y excentricidades nunca vistas; lo único que perturbaba a los participantes era un reloj que cada hora dejaba oír un tañido de timbre particular que los perturbaba inquietantemente, quizás por recordarles que el tiempo nos acerca siempre, a todos a la muerte y que esta llegará inevitablemente.
Pero, después de que se oyó la última campanada de las 12 de la noche, todos pudieron notar a un personaje notable, extravagante y extraordinario; una especie de fantasma que provocaba "el terror, el pavor y el asco", "alto y delgado, envuelto en un sudario", con una máscara que "representaba admirablemente la fisonomía de un cadáver" precisamente el tipo de la "Muerte Roja".
Sorprendido y rabioso el "Príncipe Prospero" ordenó detener y desenmascarar al personaje, pero nadie se atrevió hacerlo, por lo que él se atrevió armado de un puñal, a lanzarse contra el estrafalario personaje, solo para caer muerto antes de poder llegar a tocar a tan extraordinario fenómeno.Después, "uno por uno, cayeron los demás libertinos".
Hasta aquí el resumen del cuento de Edgar Alan Poe.
Me parece ilustrativo este recurso literario para decir, que algo semejante ocurre en nuestro país, el "Príncipe Próspero", es decir, "ya sabes quién", ante la pandemia que estamos viviendo, ha decidido crear una "fortaleza" mental, una burbuja verbal para aislarse, para ignorar y soslayar la gravedad del problema.No se habla, no se toca el tema de los 55,293 muertos (14 agosto 2020), como si ignorando la gravedad de la tragedia ésta ya no nos tocara, ya no fuera causa de muerte.
Se nos ha creado una muralla mediática con temas como: el polvo del Sahara, el juicio a Emilio Lozoya, la rifa de un avión (sin avión) y otras tantas noticias que, si bien tienen su importancia, no tienen la relevancia que tiene la "Muerte Roja" actual y real, la covid-19.Noticias y recurso mediático que lo único que hacen es mantenernos distraídos y enajenados en aquello que nuestro "Príncipe Próspero" (que por cierto es lo contrario) piensa, supone o cree que no existe o no le conviene ver, como si todo fuera miel sobre hojuelas.
¡No, señores!
De nada sirve hacer abstracción del coronavirus, éste existe y es mortal y nos lo encontramos, no solo en una fiesta, como en el cuento, sino en todos los lugares.Es mortal y espantoso, como en el cuento y sus secuelas físicas son imborrables.Pero, no solo eso, también el desgaste económico por un funeral o los gastos médicos, dejan profunda huella en la ya de por sí miserable economía de los mexicanos.
Problemas como la peste y pandemias, no se pueden eludir solo con barreras físicas y mucho menos con burbujas mentales, mediáticas o imágenes del Sagrado Corazón. ¡No, así no! Si eso hacemos, la realidad, como en el cuento, nos va a demostrar que la enfermedad está dentro de nosotros, dispuesta a acabar con todos.
Por eso, más que construcciones para aislarnos, más que pretender ignorar el problema, tenemos que fortalecer nuestro sistema de salud e instrumental médico, medicinas y vacunas gratuitas para toda la población, apoyos alimenticios para una adecuada y sana nutrición para todos los mexicanos que lo requieran, además de otras medidas necesarias.
Medidas que, por cierto, no se están instrumentando bien, de tal forma que algún día no solo hablaremos de las víctimas por covid-19, sino que también hablaremos de la muerte por la negligencia en lo anterior, de los hombres de la máscara Morena.
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